La sociedad
aguarda una actitud responsable de quienes han dejado a los alumnos de escuelas
públicas bonaerenses sin clases durante 13 días.
En ese
cuadro adverso a una salida del conflicto planteado en el área bonaerense,
emerge la mayor evidencia de injusticia: más de tres millones de niños son,
como otras veces, los rehenes del conflicto en cuyo curso los aprendizajes se
lesionan, al tiempo que familias enteras son víctimas de la imprevisibilidad y
de la angustia que les genera la falta de ese segundo hogar que, para sus
hijos, representa la escuela. Porque las consecuencias de esta prolongada
huelga sin salida no sólo alteran la vida hogareña y la desorganizan, sino que
en ciertos casos lleva a algunos niños a la calle.Es una verdad elemental que los días perdidos no se recuperan, aunque luego se agreguen jornadas a destiempo, pues el trabajo escolar logra resultados sobre la base de la regularidad del esfuerzo cotidiano. Cuando eso no ocurre, los hábitos de estudio se debilitan y, del mismo modo, se enfrían las motivaciones y el interés
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